Pinocho comienza siendo un ser sin vida interior,
que miente, desobedece y se deja llevar por sus impulsos.
Pero, a lo largo de la historia, sufre, se arrepiente
y aprende a distinguir el bien del mal.
Finalmente, gracias a su cambio de corazón,
“renace” convertido en un niño de verdad.
Este paso de la madera a la vida humana simboliza una
resurrección espiritual,
muy similar a la que se celebra el Día de Todos los Santos:
el triunfo de la vida sobre la muerte y del bien sobre el mal.
Por eso podemos decir que Pinocho representa
el camino que todos debemos seguir:
reconocer nuestros errores, aprender de ellos
y transformarnos en mejores personas,
buscando la “vida verdadera” que se celebra en este día tan especial.


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